martes, 25 de septiembre de 2012

Observa a los niños y serás mejor profesional

Toda mejora requiere un cambio y todo cambio, un esfuerzo. Pero la recompensa habrá valido la pena aunque lo que nos empuje al cambio sea más la necesidad que la libre elección.

No sé si será por estar inmersa de lleno en la maternidad que a menudo me da por imaginarme las cosas desde la perspectiva de mis pequeñajos. Y resulta un ejercicio bien divertido, por no decir las lecciones que me dan sin yo pedírselas.

El otro día la pequeña se puso de pie por primera vez. Imaginad el esfuerzo que tuvo que hacer: tomar impulso, agarrarse bien a los barrotes de la cuna y aguantar el equilibrio. Jamás olvidaré su cara de sorpresa y de infinita felicidad. Ni qué decir que se pasó dos días poniéndose de pie cual muelle cada vez que la recostábamos.


Mi profesión también me enfrenta continuamente a nuevos retos. Al igual que muchas otras, en los últimos años ha sufrido un vuelco tecnológico y a veces me pregunto cómo me lo montaba justo cuando empecé, sin programas ni aplicaciones de ningún tipo, con diccionarios en papel y al tran tran. ¡La mitad del tiempo se me iba pasando las hojas hasta encontrar la palabra!

Las nuevas herramientas son cómodas, prácticas y nos facilitan la vida. Su aprendizaje nos supone un esfuerzo inicial, pequeño o grande, pero lo hacemos convencidos de que vamos a obtener una mejora a cambio ¿O creéis que un niño aprendería a ponerse de pie y a andar si la recompensa no mereciera la pena? De pronto alcanza las cosas y se mueve con independencia. ¡Todo un lujo!

Además de por necesidad, seguramente los seres humanos también aprendemos por curiosidad, pero no nos gusta esforzarnos porqué sí. La nueva conquista debe estar a la altura. Seamos curiosos y dominemos la tecnología para luego disfrutar de nuestras nuevas habilidades como un niño con zapatos nuevos. Pero seamos selectivos también.

Porque, ¿os ha ocurrido invertir tiempo en algo que luego no os sirvió? ¿Habéis hecho alguna inversión en algo que al final resultó complicaros la vida?

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Reflexiones sobre la blogocosa, por Oliver Carreira 

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